El Domingo estuvo furioso conmigo. Me tomó de los pelos y
me arrastró hasta la madrugada de hoy. Este Lunes es indiferente pero perverso:
me deja tendido moribundo con su arma que tiene silenciador para matarme antes
que amanezca.
El domingo se puso un antifaz con el que suele visitarme
otros días sin pedir permiso –por que el domingo es el rey de la semana- odioso
y acaparador de sueños, de ronquidos y de familias en parques. Se viste a veces
de negro y con ese antifaz ronda mi cama, se posa en mi hombro como diablillo rojizo
regalándome su mundo que duraría todos los días.
Este lunes está mas despierto que antes, orgulloso caballero
que no engulle cualquier sobra del rey. Dejará que llueva mi propia sangre, así
mis ojos estarán totalmente abiertos y el orificio de bala sin rastro ni pena.
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