11 feb 2012

ESCAPES


La ventana la usé para escapar.
Estos últimos meses mis ideas cabían en días y hasta semanas; la pereza de retomar la respiración era lo suficientemente decidida como para espantar descaradamente la vida útil. Estaba dicho, no quería hacer nada.
Trabajar por mi cuenta es excitante, los horarios son curvas peligrosas donde puedes cometer un accidente y ser parte de las victimas. Hice de todo un poco antes de empezar trabajos en la cama y terminarlos en el sillón. Mantuve esa esperanza de caminar horas y horas sin responsabilidades hasta terminar a un centímetro del abismo por que tampoco soñé con pasearme a mi mismo por toda la vida. Me sedujo el silencio, no el mío si no del resto.

Diciembre, Enero y Febrero, cada día solía escoger el mejor horario para descansar: el horario de trabajo de los demás y jugar a que me pagaban por dormir o por no ir a trabajar. Este tiempo fue suficiente para que la locura me presionara los pómulos y tuviera la voz de mi mama gritándome ¨levántate que ya es tarde¨ aun así mis audífonos gritaban lo contrario y me cantaban que estar despierto solo es para lo que sufren de insomnio.

Tenia un ángel responsable en un hombro pero en el otro dos demonios que sabían divertirse, estos burlaban la muerte con gracia y brío. Se palanqueaban y decidían que hacer conmigo mientras yacía invalido debajo del techo. Así empecé a aburrirme del encanto y el desencanto por que ellos me enseñaban la tangente con un par de flechas direccionales y las instrucciones de cómo cagarla y resolverlo durmiendo.

La vida es una cárcel con las puertas abiertas lo leí en la pared de media verónica y le hice caso: tomé mucho aire y mientras miraba mi ventana tan pequeña como hace 20 años -donde antes cabía sobrando- Escapé aun teniendo la alternativa de salir por la puerta.







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